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lunes, marzo 19, 2007

El eterno Navarrete


Ha sido inutil todo intento, pasado y presente, por sacar del juego o siquiera reformar a los dirigentes del gremio autobusero. ¿Por qué? Principalmente porque nadie ha intentado jamás ninguna de ambas cosas. Tampoco hay muchas alternativas. El transporte es negocio rudo que no concita el interés de almas refinadas. Su membresía, desde dueños de micros o camiones a simples boleteros o peonetas, constituye una suerte de club de barrio, cerrado y hosco, barra brava en comparación con la cual los chicos del Colo o la U son escolares celebrando un paseo al campo. En cuanto a posibles operadores extranjeros, acostumbrados como están a prácticas empresariales y estatales de otro nivel, sencillamente no podrían sobrevivir en la jungla institucional y cultural de Chile. Duran muy poco. Y así sucede entonces que dirigentes de cuyos cuellos cuelga el peso mayusculo de un grueso dossier que incluye temporadas en la cárcel por ley de seguridad interior del Estado, décadas de manejos oscuros y prácticas mañosas, paros surtidos, extorsión del público y de la autoridad, abusos incontables y un caradurismo que ruborizaría al más encallecido político, aparecen sin embargo tan campantes, renovados y reflotados, encaramados a bordo del Transantiago, dueños y señores de parte estratégica de su gestión e imprimiendo desde el primer día la impronta de su estilo.
De todos ellos Manuel Navarrete es el más notorio e interesante, algo así como un paradigma del colectivo. Llamado alguna vez "el rey del asfalto", desde 1968 está en el negocio de la locomoción colectiva. Ha sido Presidente de la Asociación Gremial Metropolitana de Pasajeros en varios períodos. Ahora es gerente y propietario de varias empresas ligadas al Transantiago, a saber, Buses Metropolitana S.A. Troncal 5; Buses Gran Santiago S.A. Troncal 3; alimentadoras 5 y 8 Buses La Capital S.A. y Buses Huelén S.A.
Navarrete fue uno de los responsables del paro de la locomoción colectiva en agosto de 2002 motivado por desacuerdos con el Ministerio de Transportes. Inesperadamente para él y sus socios, se le aplicó, junto a otros dirigentes como su compañero Demetrio Marinakis, la Ley de Seguridad Interior del Estado y fueron condenados a 3 años y 1 día e inhabilitados de sus cargos en el gremio del transporte. Antes de eso, en 1992, fue investigado por fraude tributario por 174 millones de pesos. Al parecer tuvo la brillante idea de comprar tractores sin tener fondos para pagarlos. Pero luego las máquinas fueron vendidas y no fue procesado. Que suerte. En 2005 evadió una orden judicial de arrestro en su contra luego de ser acusado por una deuda impaga de 600 millones de pesos.
Así es Navarrete. Claramente posee esas virtudes de viveza, eternidad y resistencia que son propias de los mandamases de este país. En su sector es el hueso más duro de roer y el mejor dotado de flotabilidad. De estatura mediana, rotundamente moreno, cara y cabeza redonda, expresión agresiva y aire de no hacerle el quite a una gresca a los combos si es necesario, no es precisamente del tipo de hombres de negocios que asisten con sus secretarias a las funciones de gala del Teatro Municipal. DE hacerlo, más de algun distraído le pasaría el abrigo y el sombrero. Navarrete es emblema ambulante de un sector empresarial adonde el cuicaje no entra y los apellidos vinosos carecen de llegada. El currículum de estos personajes se forja en la calle. Son, todos ellos, tipos recios, atropelladores, acostumbrados a salirse con la suya, proclives a echar la máquina encima y nada de esquivos en buscar camorra. Eso explica, en la era inaugural del Transantiago, su porfía anacrónica en urdir paros disfrazados de "descoordinaciones", contratos en blanco para los choferes, promesas incumplidas, muñequeos surtidos y en breve una notoria renuencia a cooperar cien por ciento.
Surge entonces la pregunta: ¿por qué se entregó la gestión de los buses a los mismos dirigentes cuyos abuelos, padres y ellos mismos han fastidiado al país desde la época de los tranvías de sangre?¿Qué hace de Navarrete un ser tan durable, insumergible? ¿Qué favores concedidos o debidos le otorgan esta permanente vigencia a él y a los demás? De lo arreglado entre cuatro paredes es díficil abundar, pero el simple sentido común nos dice que el costo y dificultades de haber partido de cero habrían sido descomunales. Sucede lo mismo con la puesta en marcha de toda nueva oprganización e institución; empiezan manejándola los gestores de la antigua. Adicionalmente el gobierno se habría ganado un enemigo peligroso y capaz de todo, aun, Dios nos libre, de revelar negocios que involucran a no pocos miembros de la nomenclatura. Eran y son Navarrete y los demás, guste o no, los bueyes que había y hay. No queda al ciudadano sino hacerse la esperanza que el sistema por sí mismo regenerará a esos espíritus extraviados.
En caso de irse todo por el desagüe, Navarrete no será sino un engranaje de una máquina mayor. Hablo de la inmensa maquinaria de nuestra ineptitud, mortal pasividad, negligencia y deshonestidad ciudadana privada y pública.

4 comentarios:

Leo dijo...

desafiado raffa!!

( no nos puedes fallar)

http://laotrapasion.blogspot.com/

Unknown dijo...

Despues leo este post esta muy largo! pero es un apromesa, ok, necesito tiempo para esto

saludos y besitos!! nos vermeos el viernes!

Anónimo dijo...

hola sabes que no me importa el transantiago pero navarrete es un verdadero mafioso las cago el y su tropa estan saboteando el transantiago, tener el control de el transporte capitalino te da mucho poder y quedo demostrado con el paro del 2002 creo donde dejaron a santiago sin transito. cuando veos a los "dirigente microbuseros" tienen una cara de mafioso chanta que no se la saca nadie

pd: oye weon ante pensaba que eras venezolano por tu frase de pana no me habia dado el tiempo de leer tu perfil

badseed91 dijo...

jajajjajajaajajaja.
lo de "pana" es un efecto secundario de escuchar las voces latinas de la WWE (mi vicio)